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Orar con Jesús.

La oración es, quizá, uno de los retos más grandes para los católicos de hoy. En un mundo donde todo exige respuestas inmediatas y soluciones fáciles, la oración para ir "contra corriente".

Sin pretender presentar un método acabado de oración, presentamos a continuación tres pasos elementales para iniciar el maravilloso camino del encuentro con Dios a través de la oración.

1er. Paso: Fe.

 

Este primer paso es fundamental. Es el requisito principal sin el cual no puede darse lo demás. La fe no es un conocimiento intelectual frío y calculado; la fe supone una confianza total -incondicional- en la otra Persona (Dios). Además, para que la oración sea fecunda, requiere que la fe esté enriquecida de una experiencia, al menos elemental, de Dios. No se le puede rezar a Dios, orar con Él, si no se le conoce -creer en Él- al menos un poco. 

2do. Paso: Escuchar.

 

Esta es una actitud importante, porque no pocas veces pretendemos orar hablando y hablando. Se necesita escuchar, con atención y apertura, para favorecer el diálogo profundo.

Quien sabe escuchar avanza en el conocimiento del Otro -Dios-, porque al hacerlo bien no pretende que el diálogo sea como mejor le parece o conviene; sabe aceptar que las palabras que recibe no son necesariamente las de su agrado sino las que le han de ayudar a ser libre, feliz, digno como persona y auténtico como hijo de Dios. Podrá tener paz en su vida; una paz que, por cierto, el mundo no sabe ofrecer.

3er. Paso: Humildad.

 

No menos importante es esta actitud. Al orar me presento ante Dios sin condiciones, sin esquemas -muchas veces trillados-, sin pretender "tener razón", sin ambages.

La humildad es el mejor modo de presentarnos ante Dios. Ya Jesús lo dijo claramente: "Aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y su alma encontrará descanso."                              (Mt. 11,29)

 

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